El récord de la soja, mucho más que un boom pasajero

En 2014 la soja marcará en la Argentina un hito que refleja el inmenso esfuerzo de investigadores, técnicos, productores, empresarios y funcionarios públicos desde hace más de 100 años por hacer que el cultivo originario de Asia se desarrolle en el país. Se alcanzará una producción récord que se situará, dependiendo de la evolución de la campaña, entre 53 y 55 millones de toneladas.



No es un mero boom económico o un recurso natural extractivo como creen algunos, con más estereotipos y prejuicios que información razonada. Por sus propiedades alimenticias y energéticas es el cultivo más importante del mundo. La Argentina, tercer productor global, está a la vanguardia de su desarrollo por la capacidad de procesamiento en harinas proteicas, aceites y biocombustibles. Y no sólo por eso, sino porque a su alrededor se constituye una red de productores, empresarios, investigadores, trabajadores, técnicos, profesionales y prestadores de servicios. De esa manera la soja es más democrática que monárquica, porque tampoco tiene un rey.

Hasta la presidenta Cristina Kirchner le hizo un reconocimiento en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el sábado pasado. De llamarla “yuyo”, en pleno conflicto por la 125, en 2008, destacó ante la Asamblea Legislativa que la cosecha de soja de la campaña 2013/14 va a ser un récord absoluto “de 55 millones de toneladas” gracias “a la inversión, a la lluvia y a Dios”, según dijo.

Quizá porque sólo en Oriente se la considerada sagrada -así lo es para la mitología china junto con el arroz, la cebada, el mijo y la avena-, la soja no tiene en Occidente reminiscencias culturales como el maíz o el trigo. Apenas tiene una fiesta nacional en Arequito. Un presidente con visión estratégica como el de Uruguay, José Mujica, propuso en su país construir un monumento en su honor. “Es una planta sagrada que nos trajo rentabilidad”, dijo hace unos años. Pepe Mujica, que también es agricultor, sabe que la soja se sumó a la ganadería, la forestación y el turismo para sostener la economía uruguaya. Acaso aquí no haya que gastar recursos públicos en un nuevo monumento a la soja como propuso el mandatario oriental, porque, además, nunca se sabe si en el futuro lo cambiarán de lugar, pero sí colocarla como uno de los productos estratégicos del país.

Claro que hay problemas por resolver con la soja, como el riesgo de degradación de los suelos por la falta de rotación con gramíneas, las prácticas no profesionales en la protección del cultivo y el desmonte irracional. Sin embargo, la demonización de la soja no hará otra cosa que perder el foco de las cuestiones pendientes.

Esa visión estratégica de la soja debería incluir a otros cultivos, como el maíz que pese a las dificultades sigue aportando buenas noticias. Hace unos días la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) puso en funcionamiento su planta de etanol de maíz en Córdoba. Según estimaciones de Maizar, este año la producción de etanol podría crecer un 75% respecto de 2013 si se pasa de 150.000 a 300.000 metros cúbicos. Ése es sólo el comienzo de un cambio que el país no puede desaprovechar.

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